Monarca, eres en verdad hermosa. Te han dado lindos colores. Y fuerza extraordinaria.
Posees la delicadeza más exquisita. Y sabes extender tus alas hacia tu inequívoco destino.
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Mariposa, ¿quién es Aquel que te da el instinto para migrar al lugar exacto?
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Regresas mariposa a tus bosques encantados. Hibernas adherida al Oyamel que amas. Descansas de tu épico viaje, hija del sol, guerrera del espacio.
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Monarca fascinante. Campeona olímpica, que rompes todos los registros. Tienes frágiles alas pero portentoso vuelo.
Tigresa de los aires. En tu corazón llevas fuego migratorio.
La maravilla recorre cada escama de tus alas.
Tu defensa química ante los predadores es un recurso admirable que llevas.
Maravillan las distancias de tus migraciones. Como para no creerlo.
Cuando completas la migración, alejándote del frío del norte, descansas en los bosques mejicanos junto a miles de tus hermanas.
Un día fuiste glotona oruga, destructiva. Pero el poder que transforma el carbón en diamante, te transformó en mariposa, que poliniza flores y multiplica vida.
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El Hacedor da a la monarca su capacidad de vuelo; y nos da a los humanos el impulso de elevarnos en la comprensión, en el entendimiento, en la admiración de la hermosa Conciencia Universal que todo lo abarca, que todo lo cuida, que todo lo circunda.
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Así como los bosques del Oyamel atraen a la Monarca, así mi alma se siente atraída por lo eterno que habita dentro mío.
